HACIA LA ECONOMÍA DE COMPLEMENTOS

HACIA LA ECONOMÍA DE COMPLEMENTOS

La Economía de Complementos cree que el Capitalismo Maduro, al que denomina “Capitalismo de Competencia Salvaje”, se acerca ya a los límites de la Economía Estacionaria, vislumbrada por los clásicos, por Marx, por Schumpeter y por varios representantes del actual modelo neoclásico.

La Economía de Complementos indaga sobre varios aspectos relativos al instrumental analítico del modelo neoclásico, por lo que aclara que no pretende reemplazarlo en su totalidad; es cierto que elimina algunos de esos instrumentos, pero también trata de adecuar una buena parte de ese instrumental a las condiciones reales de cada uno de los países subdesarrollados del planeta. Por otra parte, sirve también para fundar las bases teóricas de una nueva variedad de Capitalismo, al que denomina Capitalismo de Complementos. Por lo tanto, tampoco se trata de sustituir el actual sistema con otro diferente, pues la experiencia de la ex URSS nos ha demostrado que ningún país puede obviar la fase capitalista en la evolución de su historia económica. Al observar que en la ex Unión Soviética tres generaciones fueron inútilmente sacrificadas en pos de una tesis errada, “El Socialismo en un solo país”, la Economía de Complementos afirma que ninguna generación debe renunciar al legítimo gozo de los beneficios que la tecnología le ofrece, en el proceso de elevar su nivel de vida y de su salud física y mental, sobre la base de su esfuerzo y capacidad, pues basta que una generación cumpla con el principio de la conservación del medio ambiente, de tal manera que la tasa de explotación de los recursos naturales siempre sea inferior a su tasa de reposición.

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El modelo neoclásico, el que ocupa los programas de enseñanza de la disciplina económica en la mayor parte de las universidades del mundo, ha dividido la economía en varias disciplinas y ángulos de percepción. Por ejemplo, hay dos grandes ramas: la economía “positiva”, la que sería la encargada de describir “el qué es” y enunciar las llamadas “leyes” económicas, anulando cualquier juicio de valor; y la economía normativa, la que determinaría “lo que debe ser” sobre la base de juicios de valor acerca del bienestar de los grupos humanos.

La visión de la Economía de Complementos es integral, no hace divisiones artificiales, a no ser que el estudio de una realidad concreta lo determine. En este caso, afirma la unidad de ambas percepciones en una sola. Esto se pondrá de relieve con mayor claridad, cuando se defina el concepto de la nueva propuesta. La manía de separar los fenómenos integrales en miniparcelas de conocimiento para “analizarlos” convierte este análisis en una especie de autopsia académica.

Una revisión del modelo neoclásico nos muestra que construye un edificio conceptual que admite el mayor número de discrepancias que cualquier otra, aún entre aquéllos que comparten la misma escuela de pensamiento. Recordemos a Nixon cuando los EE.UU sintió por primera vez lo que los países subdesarrollados ya teníamos como algo crónico: la sorpresiva aparición simultánea de altos índices de inflación y desempleo. Con el objeto de encontrar una salida a este laberinto tan extraño, convocó a Paul Samuelson, Premio Nóbel de Economía en ese entonces y le preguntó que debía hacer al respecto. Samuelson, neokeynesiano, le dijo que no se preocupara, que dedicara toda su atención a resolver el problema del desempleo y que una vez resuelto, el de la inflación desaparecería. Eso significaba ejecutar programas de creación de empleos, incremento de inversiones en infraestructura, reducción de impuestos, política monetaria expansiva y aumento del déficit fiscal.

Nixon, que no se contentaba con una sola opinión, solicitó la presencia de Milton Friedman, líder de la corriente monetarista, una de las más conservadoras del neoliberalismo. Su respuesta fue tan categórica como la de Samuelson: era preciso orientar todas las energías para anular la inflación, una vez vencida, el desempleo desaparecería como por encanto. Para alcanzar el objetivo era preciso reducir las inversiones, aumentar los impuestos, restringir el circulante y reducir el déficit fiscal, exactamente lo contrario de lo que había dicho Samuelson. Ésa y no otra, era la manera de luchar contra la estanflación y el desempleo. Fue por eso que un comentarista, después de que Milton Friedman recibiera el Premio Nóbel en el año 1976, refiriéndose a las respuestas de Friedman y Samuelson a las consultas de Nixon, dijo:

"La Economía es la única ciencia que permite que dos académicos, v.g. Samuelson y Friedman, sean acreedores al Premio Nobel por el hecho de que el segundo afirmara lo contrario de lo que motivó el premio que se le concedió al primero."

En cuanto al método que el modelo neoclásico usa, el famoso caeteris paribus, Harry Truman sintió en carne propia lo que eso significaba y reaccionó en consecuencia. Se dirigió a la Asociación de Economistas de los EE.UU para rogarles que por favor le mandaran un economista manco para cumplir con las tareas de asesor económico de la Casa Blanca. Lo quería manco, porque estaba cansado, dijo, que cuando preguntaba algo a un economista, éste le decía: on one hand, podría suceder esto; pero, on the other hand, podría pasar lo contrario. Con su típico humor rústico, vio que la mejor manera de solucionar el problema era tendiendo a su disposición, claro está, un economista manco, mandando así un mensaje a la ambigüedad de la teoría en boga.

No olvidemos que otro humorista definió al economista como el individuo que nos dice qué va a suceder mañana y luego nos explica con detalles las razones por las que no sucedió de ese modo. Todas estas expresiones son efectos del fracaso del modelo neoclásico. La Economía de Complementos que ahora pongo a vuestra consideración, trata de subsanar esos defectos.

Como citar este texto: 

Blacutt (05 de Ago de 2010). "HACIA LA ECONOMÍA DE COMPLEMENTOS". [en linea]
Dirección URL: https://www.econlink.com.ar/blacutt/hacia-economia-complementos (Consultado el 14 de Mayo de 2021)


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